Los vinos y la cultura que rodea a su proceso de producción se han convertido en un polo importante para el desarrollo turístico en nuestro país. Diferentes destinos organizan actividades vinculadas y complementarias para potenciar el atractivo de los viñedos.
Catamarca tiene tradición en esto y cuenta con el Valle de Abaucán, que tiene, además de la gracia de estar pegado a la Cordillera de los Andes, un entorno bellísimo, ya que está ubicado entre volcanes, termas, dunas, yacimientos arqueológicos, reliquias arquitectónicas como iglesias antiguas. Por otra parte el clima y el ambiente son propicios para la producción de frutos concentrados y sanos. En este polo vitivinícola, las bodegas son de larga data y su producción es en su mayoría de tipo tradicional, aunque en los últimos años también se han incorporado establecimientos boutique.
Los valles vitivinícolas catamarqueños embelesen con sus paisajes naturales como son sus médanos para practicar sanboard, las termas donde tomar un reparo y con la posibilidad de recorrer un circuito que es patrimonio cultural, como son las construcciones de barro y paja que datan de los siglos XVII y XVIII, las evidencias precolombinas, etc.
Para complementar esta combinación virtuosa, la cocina catamarqueña basada en productos tradicionales, se vuelve un antojo difícil de ignorar.
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