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El Río de las Vueltas, en el Chaltén, un desafío para los amantes del turismo aventura

Esta experiencia cargada de adrenalina -es rafting nivel 3, en un escala que va del 1 al 5- “se inició la temporada pasada (de octubre a abril) cuando fue realizada por 1.500 turistas, lo que fue considerado un éxito por los prestadores turísticos de la zona”, manifestó a Télam la secretaria de Turismo de El Chaltén, María Pía García Venturini.

Una vez en el lugar, los visitantes son entrenados en minutos para equiparse de manera correcta antes de ir al agua y realizar el mejor trabajo de equipo posible para que el disfrute sea seguro, aún cuando el nivel de la actividad es 3, el más complicado sin requerir entrenamiento o preparación especial que demandan para los deportistas profesionales, tal como se requiere para los niveles 4 y 5.

La ceremonia ritual es llegar, quitarse la ropa, abrigarse con los elementos provistos, aislarse del agua en un traje seco, calzarse y meterse dentro de un saco con un cierre transversal al pecho donde lo más complicado, casi un sacrificio, es meter la cabeza, para aprender luego las reglas de navegación y las órdenes que dará el guía o instructor para completar los 14 kilómetros de recorrido, todos juntos y sanos.

Los organizadores de esta nueva actividad de la ciudad santacruceña de El Chaltén precisaron que ya realizaron este recorrido 1.500 personas en la primer temporada, sin lesionados en los seis meses en que se practica desde el año pasado, cuando una empresa obtuvo

el permiso de la Administración de Parques Nacionales para hacerla según las normas en grupos de no más de ocho personas por bote.

El costo del recorrido es de aproximadamente 6.000 pesos o 400 dólares, importe que los prestadores explican en el hecho de que cada traje seco que usan los visitantes tiene un costo de 1.500 euros y cada rotura exige enviar la indumentaria a Europa para su reparación.

Además del traje seco, el turista viste un pijama térmico de pies a cabeza, botas, casco y chaleco salvavidas, además de guantes o manoplas para sostener el remo sin que el viento le corte al visitante los nudillos por el frío, algo que no es sorprendente en esas latitudes.

El cambio de ropa se realiza en un domo ubicado cerca del centro del pueblo de 2.000 habitantes, y en cuatro cuadras se está junto al río donde se realizará el recorrido, llamado de las Vueltas, lo que no parece ser sólo una referencia a sus meandros sino también a sus subidas y bajadas de donde se pasa de 10 kilómetros por hora a 25 en cada rápido.

En El Chaltén el recorrido es de 14 kilómetros, y en un apartado, por la enorme dificultad que presenta el río, los navegantes dejan el gomón, caminan casi un kilómetro y vuelven a subir, siempre con el acompañamiento de una segunda embarcación con dos remos y un solo tripulante que ofrece seguridad.

“Con mi marido hicimos el recorrido del Atuel el año pasado, y nos pareció maravilloso, pero debo confesar que este del río de las Vueltas nos tuvo en vilo durante todo el trayecto, con la adrenalina a full, esperando a cada rato una sorpresa diferente. Se lo recomiendo a todos aquellos que aman la aventura extrema”, dijo a Télam Trinidad Anzorena, una bonaerense que se animó al rafting.

Al principio, el recorrido es tranquilo, pero cuando apenas se pone en práctica lo que explicó el guía, empiezan los rápidos de menor a mayor aumentando el vértigo, sorteando piedras, con la embarcación subiendo y bajando con fuerza mientras el viento se encarga de precisar cual es la geografía que se desafía.

Jordi Dorca Crous, el guía, grita “adelante” y todos palean con todo el cuerpo, “stop” y se va con el agua, pero a veces dice “atrás” para evitar pegarse contra una roca, o “saludo”, todos los remos arriba, y lo peor, “rock and roll” y todos deben tirarse al piso porque viene lo mas complicado..

A veces uno de los navegantes cae al agua y debe agarrarse de la soga que bordea al gomón o tomar el remo del guía para que lo saque, en tanto que lo peor que podría hacer es intentar ir a la costa ya que es muy difícil volver a buscarlo, y recorrer 10 ó 12 kilómetros a pie no es recomendable.

Los peores saltos son ‘El Guanaco’ o ‘La Corbata’, y en ese trayecto suele aparecer un cóndor majestuoso que sigue el bote sin aletear nunca, como colgado del cielo.

Tras una hora y media de aventura, y media hora más para cambiarse, los turistas comentan con vehemencia cada uno de los momentos pasados en el recorrido, para volver a sus albergues satisfechos e ilusionados, prometiéndose una nueva visita para desafiar las frías aguas del Río Las Vueltas.

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