Una flor del Himalaya de ocho colores distintos continúa la tradición floral de Trevelin, la comarca andina de Chubut que en octubre se cubre de tulipanes y que en diciembre los reemplaza con el delicado aroma y la tenue belleza de las peonías, cuya exportación se complementa con las nacidas en Israel y Holanda para asegurarle al mundo su persistente presencia.
Se trata de un desarrollo capaz de producir hasta medio millón de ejemplares al año, pero que hoy exporta sólo 20.000 unidades, por lo que su cultivo tiene mucha capacidad ociosa que podría revertirse si los mercados del interior y el exterior del país aumentaran la demanda.
La flor tiene una demanda muy fuerte en el hemisferio norte y el desarrollo logrado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Trevelin, intenta colocar la producción nacional en el período noviembre-diciembre-enero para que sea complementario del período de la producción de Israel, que es de enero a abril, y de Holanda, que va de abril a julio, según destacan los especialistas locales.
El secretario de Turismo de Trevelin, Víctor Yáñez, explicó en un recorrido con periodistas, auspiciado por el Ministerio de Turismo de la Nación, que “los tulipanes duran sólo un mes, octubre, pero ahora con las peonías la temporada floral se extiende durante el verano, lo que le da más color al valle”.
La cantidad de turistas que viajan a Trevelin sólo para ver el pie de la Cordillera en flor, viene aumentando en noviembre y diciembre gracias a este cultivo, indicaron fuentes de la comuna.
El funcionario presentó al productor Martín Sasaki, técnico en agricultura, de origen japonés, quien se encarga de esta producción y que en noviembre inició la recolección de plantas y flores con destino “a Buenos Aires, para ser vendidas antes de que los pimpollos se abran”, explicó.
Este año, los turistas pudieron ver en octubre, desde la ruta y en las plantaciones, a los tulipanes de varios colores recortados contra las montañas, en un recorrido típico de las afueras de Trevelin; pero en estos días pueden ver a las peonias, e incluso recorrer las tierras del Inta donde están cultivadas, otro de los paseos que ofrece la ciudad de los molinos, tal el significado de Trevelin en galés.
En Chubut, la cantidad de agua disponible, las horas de sol y la calidad de la tierra favorecen el cultivo de las peonías, a las que, como a las vides, las afectan las heladas.
Sasaki detalló que tienen “una capacidad de producción de hasta 500.000 flores, pero ahora se venden 20.000 al año, ya que la devaluación del peso afectó la producción” hasta el punto de que “el costo de la cosecha es mayor al costo de venta del producto”.
“Esta flor se reproduce por rizoma, tiene ocho colores, tres blancos, uno rosado, azules y rojos y cada flor lleva un nombre particula, como Alexander Fleming, Sara Bernard, Shirley Temple, Karl Rosenfield o Kansas”.
Según un informe del Inta, “la peonía es una especie floral originaria del sur de Europa, China y Medio Oriente” que tiene “formas arbustivas caducifolias, apreciadas en jardinería por tener hojas y flores muy atractivas, que pierden su follaje al llegar el invierno”.
Agrega que “produce grandes flores muy atractivas y de gran duración en florero, por lo que esta última cualidad es una de las razones de su aceptación y sus posibilidades comerciales como flor de corte”.
La peonía es un cultivo que se puede utilizar tanto para producir flores como plantas para jardinería, lo cual amplía las posibilidades comerciales, y en ese contexto Sasaki donó plantas a la ciudad de Trevelin por un valor de 60.000 pesos, para adornar toda la comuna de manera especial.
Es una especie ávida de luz solar directa y muy sensible a las heladas, por lo que, quienes deseen cultivarla, deberán implantarlas en sitios soleados y protegidos de las heladas de primavera.
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