El buen clima, las distintas alturas sobre el nivel del mar con microclimas diferentes, generan un buen contexto para el crecimiento de una particular agricultura jujeña y amplía el abanico en la oferta gastronómica.
Sus productos tienen historias ancestrales y también muchas recetas siguen procesándose según esas viejas costumbres, lo que las vuelve maravillosas y diferentes a la vez. Nada de enlatados, todo al natural y de allí al plato, los sabores de los productos típicos deleitan el paladar.
La cocina andina es una fusión de cocina española y criolla, seleccionando lo mejor de cada una. Es así que los platos jujeños mantienen una fuerte influencia aborigen, basándose en ingredientes clásicos como el maíz, papas, zapallos, quinoa y carnes de llama, también vaca, cerdo y gallina. Existen variedad de quesos de cabra y quesillos. Las empanadas, por ejemplo incluyen en su relleno ingredientes increíbles como papa, arvejas, variedades de maíz y zapallo, tubérculos – chuño, paa secada de noche a la helada y de día al sol, oca ulluco, batata-, maní, kiwincha, coca, etc.
Por otra parte en la región hay buena producción de palta, cayote, oliva, cebollas, ajos e higos, tomates y muchas especies como las semillas de achiote, que también se utilizan en México. En lo que respecta a los chacinados provienen sobre todo de llamas, hay variedad de porotos y sales saborizadas.
Empanas, tamales, humitas, locros, carnes asadas todo esto y más puede disfrutarse en rodeado de paisajes de salinas, planicies, lagunas junto a imponentes montañas o estepas. Cada rincón de Jujuy sorprende por su particularidad.
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