De ser un espacio netamente tradicional de la Ciudad de Buenos Aires, centrado en el mercado y sus puestos de frutas y verduras -que lo dejaron en el abandono con su cierre en 1984-, el Abasto se convertiría en 1998 en el contenedor de un moderno Shopping, recuperando así el brillo turístico y recreativo.
Imagen - Gentileza del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
En este barrio no institucionalizado como tal, se crió entre fines del siglo XIX y principios del XX el prestigioso Carlos Gardel recibiendo el apodo de Morocho del Abasto. En homenaje lleva su nombre una calle –incluido un tramo peatonal-, un pasaje y una estación del subte engalanada con un mural que lo retrata. Además en una esquina se le ha erigido una estatua de 2,40 metros, obra del escultor Mariano Pagés.
Tal es el valor que se le da al tanguero en la zona, que se señalan como atractivos al Bar El Progreso, uno de los pocos lugares donde cantó que aún se conservan en pie; y también a la esquina donde funcionara el Bar Chanta Cuatro, punto de reunión de Gardel y sus amigos.
Imagen - Gentileza del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
El Museo Carlos Gardel contenido por la casa donde viviera el célebre cantante junto a su madre, antes de partir rumbo a París; el Pasaje Zelaya cuyas paredes se hallan adornadas con retratos de El Zorzal y letras y partituras de algunos de sus tangos; son otros de los sitios imperdibles para quienes visitan el Abasto.
Hoy el Abasto alberga a artistas, artesanos, músicos en la multiplicidad de sus espacios culturales; cautiva a turistas con la magia de su historia; y seduce adolescentes con el excepcional presente de su Centro de Compras.