A 19 kilómetros del Balneario El Cóndor, y a 49 de Viedma, una impresionante bajada se abre entre los acantilados permitiendo admirar muy de cerca los diferentes estratos geológicos y conduciendo a un sector de playas únicas. Arenas de extrema blancura y aguas siempre cristalinas son el tesoro más preciado de este rinconcito rionegrino.