Se trata de una de las pocas balsas que aún subsisten en el país, y es única en su tipo tracción a sangre manipulada por un hombre.
Permite el paso de Paraná a Villa Urquiza y viceversa acortando la distancia en 20Kms. Puede vivírselo como una excursión, aunque en el pasado fuera un medio de comunicación y transporte de suma importancia.
Su atractivo consiste en llegar al arroyo Las Conchas y subir a un flotante que cruza a la otra orilla gracias a una polea que el viejo balsero mueve a mano para ir enganchados por un alambre que atraviesa el curso de agua.