Afectado al transporte de pasajeros o de productos, hace años recalaban en él grandes buques. Pero el tiempo pasó y el puerto de cargas de la villa quedó dormido.
Hoy, este pintoresco lugar está adornado con farolas y bancos, y se ofrece a lugareños y visitante como un muelle desde dónde contemplar la inmensidad del río y el amanecer.
Cerca del muelle se puede apreciar el Monumento al Estibador como símbolo del trabajo de antaño de los habitantes que supieron dedicar largas horas de sus días a hombrear las bolsas con cereales hasta el puerto.