Centro de la provincia de
Entre Ríos, corazón de todos los verdes como reza su promoción turística,
Rosario del Tala se muestra al visitante como una ciudad diferente, caracterizada por sus anchas veredas y sus tapiales profusos; sus casas centenarias y sus calles de ripio; pero muy principalmente por los privilegios naturales con la que ha sido agraciada.
Ubicada junto al
río Gualeguay en su trecho más amplio, goza de la típica belleza paisajística que se despliega alrededor de las aguas.
Conforman un marco de naturales intactos los
arenales blancuzcos que penetran la vegetación de
montecillos y la fauna silvestre que deambula en los parajes casi vírgenes.
Una
calera abandonada, una
industria molinera de larga data, una fachada conservada en memoria de lo que fuera muchos años atrás el
mercado local, anticipan la valoración histórica de esta ciudad entrerriana, que se completa con
museos, la
Casa de Martiniano Leguizamón, y la añeja
Iglesia.
Pero es en el punto exacto donde los departamentos Tala y Uruguay se funden donde se advierte uno de los atractivos más cautivantes de la zona: las ruinas de lo que fuera el
rancho de Atahualpa Yupanqui, a la vera del río Gualeguay, en un entorno de inigualable encanto natural, entre los espinillos y los árboles de mora, al ritmo silencioso del montecito.