Alto Valle del Río Negro, Neuquén y Río Negro
El Alto Valle del Río Negro se extiende en una región de la Patagonia en la que confluyen los ríos Neuquén, Limay y Negro. Debido a la presencia de estos cursos de agua, esta zona se destaca por la excelente calidad de su producción frutícola e invita a transitar su atrapante Ruta del Vino, la Pera, y la Manzana.
Las alternativas que el turista encontrará para sumergirse en estos mundos de perales, manzanos y viñedos van desde probar la fruta recién arrancada del árbol; emprender un recorrido por las chacras para conocer las tareas cotidianas; visitar los galpones de empaque; degustar dulces, vinos, sidras, licores, jugos, y muchas exquisiteces más.
Quienes decidan lanzarse por este camino se irán encontrando con las ciudades de San Patricio del Chañar; Senillosa; Plottier; Neuquén; Centenario; Cinco Saltos; Cipolletti; Gral. Fernández Oro; Allen; General Roca; Cervantes, Ing. Huergo, Villa Regina y Chichinales. Todas se rodean de cultivos que regalan paisajes diferentes en cada época del año: verdes intensos; coloridas flores; o la brillantez de las frutas durante el tiempo de la cosecha, invitan a transitar las chacras para conocer los secretos que se esconden en estos paraísos de sabores y aromas únicos.
La vitivinicultura es tal vez una de las actividades menos conocidas para quienes arriben a estas latitudes sureñas, lo cierto es que desde comienzos del siglo XX ya se elaboraban vinos en estas tierras. Destacándose en el desarrollo de las variedades Pinot Noir, Merlot y Cabernet Sauvignon, también ofrece la posibilidad de disfrutar de vinos espumantes. Recorrer las fincas de la mano de sus dueños; deleitarse con cada producto; admirar el proceso de elaboración; y maravillarse con la visita a una de las bodegas más antiguas resultarán propuestas ineludibles.
Y por supuesto que en este itinerario no quedan afuera las reconocidas Manzanas. Un clima templado y relativamente seco asegura la obtención de frutas excelentes en todos los sentidos: deliciosas, de intenso rojo o reluciente verde, y con un tamaño ideal, satisfacen la mayor parte del mercado nacional y también son exportadas a otros países.
Las Peras tampoco se quedan atrás, encontrando muy buenas condiciones ambientales para su cultivo en esta porción de tierra patagónica. Sus características sobresalientes imponen que casi la totalidad de lo producido se consuma de manera fresca: sólo una pequeña porción se utiliza para la fabricación de pulpas, enlatados, y otros derivados. En este rico valle también se cosechan duraznos, pelones, y nueces.