La historia de El Calafate se escribe por retazos de tiempo. Territorio descubierto hacia mediados de 1800 en expediciones de reconocimiento que recorrían la zona bautizando los lagos y demás espacios geográficos, El Calafate fue en sus orígenes una simple parada de descanso en la carretera patagónica como existían otras tantas, cada tres leguas de camino, respondiendo a la necesidad de aliviar los bueyes que tiraban las carretas.
Denominado así por los carreteros que hacían allí su parada forzosa, su nombre proviene del pequeño arbusto Calafate, típico del sur patagónico, cuyo fruto es una deliciosa baya, y que crecía en grandes dimensiones en aquel lugar donde más tarde surgiría espontáneamente el pueblo, a raíz de la instalación en la zona de un almacén de ramos generales y hospedaje.
En diciembre de 1927 el Gobierno Nacional dispone el trazado de una planta urbana en el valle del arroyo Calafate, al sur del río Santa Cruz y sobre el Lago Argentino, consolidando la población existente y atrayendo otros tantos pobladores. Así surgiría El Calafate, actualmente una encantadora villa turística.