La celebración del carnaval es en Humahuaca, como en todo el territorio jujeño, una de las festividades tradicionales donde una multitud de personas se reúne entorno a la conmemoración de la fecundidad de la tierra y honran a la Pachamama.
Los increíbles festejos son una combinación de rituales paganos heredados de las tribus indígenas y constituyen una especie de rebelión de los hombres contra las estructuras que la sociedad le ha planteado. La bulliciosa fiesta callejera persiste durante 9 días, comenzando el sábado anterior al fin de semana del carnaval cuando finaliza la celebración.
Imagen - Secretaría de Turismo de la Nación
En la ladera del cerro se inicia el rito de desentierro del carnaval, donde el diablo sale a divertirse. Las comparsas bajan bailando al ritmo de la música popular y se abren paso en las calles de la ciudad donde se suman los pobladores que invitan a continuar los festejos en sus casas. Las peñas que realizan los grupos danzantes en sus fortines dan cuenta de la finalización de cada jornada.
Los coloridos y brillantes disfraces, el aroma a las hojitas de albahaca, el talco, la bebida en exceso y la diversión de gente bailando en la calle le dan una notable particularidad a los carnavales del norte de nuestro país. Las mujeres vestidas de gitanas y los hombres de diablos se encuentran en el intercambio de declaraciones amorosas por parte de estos últimos que se desinhiben tras las máscaras.
El pueblo de Humahuaca y quienes lo visitan, tras nueve días de reiterar el mismo ritual, finalizan la celebración con el entierro del Pujllay (diablo). Al caer la noche cesa el ritmo del carnavalito jujeño, se enciende una fogata y se sacude el talco de los trajes para dar cuenta del momento último de la festividad.
Distinguiéndose del resto de los carnavales que se desarrollan a lo largo y ancho del territorio nacional, es uno de los atractivos más convocantes del norte argentino. Una imperdible experiencia que combina tradición, color y mucha diversión.
