La excelencia de los vinos riojanos encuentra explicación en su origen caracterizado por la combinación de bondades climáticas, suelo y relieve. Pero además de las particularidades naturales y los factores geográficos, el éxito viñero conlleva también una acertada mutación genética, lo que en conjunto ha dado lugar a variedades de uvas merecedoras de reconocimiento internacional destacándose el Torrontés Riojano, su inconfundible tonalidad blanca dorada y su intenso aroma frutal.
El Departamento Chilecito cuenta en su territorio con la mayor superficie de viñedos de la provincia, representando el 78,37% de ésta, seguido por Coronel Felipe Varela, Famatina, Castro Barros, Arauco, General Sarmiento y San Blas de los Sauces. Así, son los Valles de Famatina en general los que resguardan entre el Macizo de Velazco y el Nevado de Famatina a la zona vitivinícola más importante de La Rioja.
Ubicación a más de 1.100 mts. sobre el nivel del mar; suelos aluvionales raramente salitrosos con textura franca a franca-arenosa, baja humedad ambiente, alta luminosidad y una amplitud térmica estival promedio oscilante entre los 35° C durante el día y los 17° C por las noches, los Valles de Famatina ostentan condiciones óptimas para el cultivo de la vid, más aún considerando la orientación sur-norte de los cordones montañosos, lo que evita que los primeros y los últimos rayos solares incidan directamente sobre las vides, haciendo de la región un paraíso vitivinícola.
El encepado está constituido principalmente por variedades blancas, entre ellas el Torrontés, cepaje característico de la región. Mientras que las variedades tintas se orientan hacia el Cabernet Sauvignon y el Bonarda. Dadas las particularidades del clima y las variedades cultivadas, se producen vinos regionales predominantemente blancos. Para consumo en fresco, las variedades más reconocidas son: Red Globe, Cardinal y Emperador; y para pasas, Sultanina Blanca y Arizul.