Don Fortunato de la Plaza, dueño del terreno sobre el que hoy se alza la ciudad de Miramar, y su cuñado José María Dupuy, fueron los proyectistas de la fundación de un pueblo balneario en estas costas al correr de 1887. Ese mismo año, el Ingeniero Rómulo Otamendi y el agrimensor Eugenio Moy, ayudados por Dupuy, e inspirados en las normas urbanísticas de la perfecta ciudad de La Plata, realizaron los planos que dirigirían la creación de la anhelada villa.
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Sólo unos meses pasarían para que comenzaran las primeras edificaciones, y para 1890 Miramar ya contaba con una escuela, un juzgado de paz, una iglesia en construcción, un hotel y 860 habitantes. Lentamente, la incorporación de servicios la iría convirtiendo en un sitio turístico tal y como había sido previsto por sus ideadores.
El primer balneario surgiría en 1905 consistiendo en una casilla de madera que su propietario, llamado “Pascualín”, trasladaba diariamente desde las barrancas hasta la orilla del mar.
En 1911, con la llegada del ferrocarril, un aluvión de turistas invadió Miramar consolidando su actividad.