Una festividad ya centenaria, los Carnavales de Salta Capital son una celebración popular en las que se refleja la mixtura de culturas que conforman esta ciudad norteña. Más conocidos como los Corsos Salteños, ostenta una mezcla de ritos paganos; tradiciones indígenas; y costumbres hispanas.
La avenida Ibazeta se transforma en un verdadero corsódromo a través del cuál van desfilando las coloridas comparsas, que ostentan disfraces con grandes máscaras e incontables plumas, mientras danzan al ritmo de instrumentos tradicionales como lo son las cajas. A estas coloridas comitivas se suman las alegres murgas; las imponentes carrozas; la sorpresa de los disfraces individuales; y la algarabía de una comunidad que contagia también a los visitantes.
Todos los años, el Desentierro del Carnaval marca el comienzo de este período de fiesta: el ritual ancestral, que libera al Pujllay (o Diablo del Carnaval), se realiza al compás de los ritmos folclóricos mientras todos los concurrentes agitan ramitos de albahaca y se arrojan harina. En el lugar se realiza un pozo en el que se introducen bebidas como vino, chicha, aloja, cerveza, junto a alimentos y adornos.
Luego de completarlo se cierra hasta el momento del desentierro, cuando aparece un muñeco que simboliza el origen de un nuevo carnaval. Las bebidas se destapan y se comparten con los asistentes.
Durante este periodo, toda la ciudad está de fiesta: en los barrios se puede observar los clásicos baldazos de agua que divierten a los vecinos; las bagualas y vidalas se escuchan sin cesar; la alegría inunda todos los hogares hasta que el Entierro del Carnaval indica su finalización.