Constituido por un casco de estancia de mediados del Siglo XIX (1850) al estilo de un castillo español, ésta construcción albergó el primer asentamiento poblacional existente varias leguas a la redonda. Fue, específicamente, la vivienda particular de Don Carlos Bett, quien años más tarde fundaría La Toma, derivando su nombre de la necesaria toma de agua instalada por Bett.
El Castillo, con su torreón y ruinas procurándole aquella apariencia de fortaleza del medioevo, es actualmente un valioso símbolo histórico de la ciudad de La Toma, y un prestigioso atractivo turístico de la zona.
En las proximidades se alza también la Estancia El Manantial, la cual remonta sus raíces a fines del año 1855.