Apostada dentro del Parque Nacional Los Glaciares, esta mole de hielo conmueve y atrae a infinidad de turistas con sus movimientos, sus desprendimientos y la dinámica de sus imprevistos y atrapantes rompimientos. El Perito Moreno es el más reconocido y famoso, pero no es el único, comparte territorio con otros tantos ventisqueros, igualmente merecedores de visitas y halagos.
Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1981, el glaciar ha sido rodeado por un complejo sistema de pasarelas que bordea la península de Magallanes permitiendo la observación del atractivo de hielo desde las más diversas perspectivas. Y esta es una de las características que lo tornan el bloque más famoso: su visibilidad. Su ubicación a sólo 200 metros sobre el nivel del mar, permite llegar hasta su frente con facilidad, lo que no ocurre con otros glaciares de igual o superior extensión, a los cuales sólo es posible acceder tras un largo trekking o navegación.
Octava maravilla del mundo, pureza blanca, majestuosidad azul, el Perito Moreno cautiva mucho más que las miradas, consigue inmediatamente el dominio de todos los sentidos de quienes llegan hasta sus inmediaciones, conquistando su atención de modo indeterminado.
Cada murmullo, cada golpe, cada ráfaga de frío, todo es impresionante, indescriptible e inexplicable cuando se trata de este nevero. Ni fotografías ni filmaciones, nada siquiera se asemeja a estar allí presente cuando él se desprende de un pedacito y lo deja caer hacia el Lago Argentino, sin que la pérdida le afecte en nada a su imponencia y perfección.