Estancias Jesuiticas en Córdoba
Estancias Jesuiticas en Córdoba, Argentina
La obra evangelizadora en la región tuvo un importante avance cuando en 1599 la Compañía de Jesús se asentó en la ciudad de Córdoba, en el espacio que hoy es conocido como la Manzana Jesuítica. Allí se erigieron la principal Iglesia de la Compañía, el Colegio Máximo y el Convictorio, a partir de los cuales se comenzaría a desarrollar la labor espiritual y, sobre todo, educativa, dando origen a la Universidad Nacional de Córdoba y al Colegio Nacional de Monserrat.
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Para poder llevar adelante esta destacable misión, los Jesuitas necesitaban generar sus propios recursos. Y, entre los siglos XVII y XVIII, encontraron el modo de conseguirlo mediante la adquisición y construcción de establecimientos agro- ganaderos en el interior del territorio provincial.
Seis estancias, todas emplazadas en la zona serrana: Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (1683) y San Ignacio (1725), conformaron la unidad de trabajo que, a través de la cría de ganado, la labor en la huerta, el cultivo de cereales, y otras tantas actividades secundarias, supieron procurar el sustento económico.
Con el paso del tiempo, la expulsión de los Jesuitas y la posterior protección de sus ruinas, se institucionalizaría en la cartelera turística el distinguido Camino de las Estancias. En el año 2000, la UNESCO distinguiría a la Manzana Jesuítica y al itinerario por ella encabezado, declarándolos Patrimonio de la Humanidad.
Camino de las Estancias Jesuíticas
Manzana Jesuítica
Donada a la Orden Jesuítica en 1599 por las autoridades del Cabildo.
Años antes, en el mismo terreno, los hermanos franciscanos habían levantado una ermita con ayuda de la comunidad.
En el lugar se estableció la Iglesia de la Compañía, el Colegio Monserrat y la Universidad con su museo y biblioteca.
La enmarcan calles Obispo Trejo, Duarte Quiróz, Caseros y Av. Vélez Sarfield.
Estancia Caroya
Fue la primera estancia organizada por la Compañía de Jesús, allá por el año 1616. Se trata de un enorme caserón colonial rodeado de arboledas y vides, y posicionado bajo el cordón de las sierras chicas.
En 1661 fue vendida al fundador del Colegio Monserrat -Presbítero Ignacio Duarte Quiróz-, quien la transformaría en una pródiga productora de maíz, trigo, frutas, vinos, miel y algarrobo. En 1867 Duarte la donaría al colegio para uso de sus estudiantes.
Ya en manos del gobierno nacional, en 1876 comienza a albergar inmigrantes italianos que un par de años después promoverán la conformación del poblado en los alrededores del casco.
Funciona actualmente en la estancia un museo pluritemático de gran atractivo.
Se halla emplazada en el sector oeste de la planta urbana de Caroya.
Estancia Jesús María
Segundo emprendimiento productivo de la Compañía de Jesús, se forjó a partir de 1618 tras la adquisición jesuítica de las tierras, el molino, cepas de viñas, vacas, bueyes y cerdos.
Esta estancia concentraba a los aborígenes, que eran asalariados, así como a cientos de esclavos comprados en el puerto de Buenos Aires.
Puede aún vislumbrarse el patio central del establecimiento cerrado por un claustro de dos niveles; las amplias galerías; y la iglesia de fachada sobria en cuyo interior admiran la cúpula ornamentada por arte aborigen y la espadaña de piedra junto a la sacristía.
Por su parte, la producción vitivinícola de la Estancia Jesús María alcanzó tal grado de calidad y desarrollo que su fama continúa prolongándose en el mundo.
Luego de la expulsión de la Orden, la Estancia Jesús María pasó a manos privadas hasta que en 1941 fue adquirida por el gobierno nacional y declarada Monumento Histórico. En1946 comenzó a funcionar como Museo Jesuítico Nacional, recreando las condiciones originales del emprendimiento.
Se encuentra al noroeste de la planta urbana de la ciudad de Jesús María, 4Kms. al norte de la Estancia Caroya, siguiendo la Ruta Nacional Nº 9
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Estancia Santa Catalina
Erigida en tierras de Calabalumba la Vieja, adquiridas por los jesuitas junto a varias cabezas de ganado, la Estancia Santa Catalina se convertiría en el establecimiento más grande y mejor trabajado de la Orden.
Fundada en 1622, desafió la insuficiencia de agua existente en el lugar promoviendo la construcción de un conjunto de conductos subterráneos que traían el líquido vital desde la distante Ongamira hacia un tajamar en el que se lo almacenaba para su uso adecuado.
Además de su grandeza productiva, Santa Catalina destaca por el estilo barroco colonial de su iglesia, flanqueada en el exterior por dos torres y un portal en curva, y ornamentada en el interior por una nave en cruz latina que culmina en la cúpula.
Luego de la expulsión de los Jesuitas, la estancia fue adquirida por Don Francisco Antonio Díaz en una subasta promovida por la Junta de Temporalidades.
En 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional, no obstante, si la intención es internarse en los patios y recorrer su extensión, es necesario pedir permiso ya que cerca de 60 habitaciones son ocupadas por sus dueños.
Se ubica sobre un camino provincial secundario, unos 20Kms. al noroeste de la ciudad de Jesús María.
Estancia La Candelaria
Consolidada en 1683, La Candelaria llegó a ser el mejor ejemplo de un establecimiento serrano productor de ganadería extensiva, destinado al tráfico de bienes desde y hacia el Alto Perú.
Alejada de todo, con aires de solitaria, constituyó un desafío para los misioneros que debieron enfrentar las inclemencias de la geografía y del clima, y también a los malones que solían atacarla.
Esta situación, exigente de una construcción equilibrada entre fortín y residencia con santuario, fue la causante de la diferencia arquitectónica con las demás estancias.
La iglesia, ornamentada con muros rocosos y líneas austeras, sobresale por su espadaña barroca que acuna tres campanas.
Una vez expulsados los Jesuitas, la Junta de Temporalidades dispuso su fraccionamiento para sucesivas ventas.
El casco de la Estancia La Candelaria fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1941, y sería adquirido por el gobierno provincial recién en 1982.
Se ubica en el Departamento Cruz del Eje, al noroeste del territorio provincial.
Estancia Alta Gracia
Donada a la Compañía de Jesús en 1643 por Don Alonso Nieto de Herrera. Los Jesuitas desarrollarían allí un sorprendente emprendimiento productivo dedicado a la rama textil, ganadera y agropecuaria.
Por el año 1659, la estancia dejaría atrás su humilde construcción de adobe para ostentar su renovada edificación de cal y piedra, la que se convertiría en una joya de la arquitectura barroca naciente.
Tras la expulsión de la Orden, en 1810 toma posesión de las tierras Santiago de Liniers, antiguo Virrey del Río de la Plata. Diez años más tarde, Juan Manuel Solares compra y lotea las tierras de las inmediaciones dando nacimiento a la ciudad de Alta Gracia.
El lugar sería declarado Monumento Histórico Nacional en 1941, pero recién en 1971 las tareas de restauración permitirían su inauguración como Museo Nacional
Se emplaza sobre Av. del Tajamar esq. Solares, en pleno centro de Alta Gracia.