Impactando a todos los visitantes del noreste cordobés, la Laguna de Mar Chiquita es una de esas sorpresas increíbles que la naturaleza regala. Aguas azules, que se extienden interminables hacia el horizonte, invitan a disfrutar de la belleza autóctona que ostentan estas postales únicas y siempre encantadoras.
Nombradas por los indígenas como el Mar de Ansenuza, además de ser un deleite para los ojos de quienes la admiran, sus aguas y fangos poseen propiedades curativas que incrementan las excusas para elegirlas. Sus beneficios para la salud provienen de la alta concentración salina que posee, compartiendo características con el majestuoso Mar Muerto.
Sus 6.000 km2, alimentados por el caudal de los ríos Suquía, Dulce y Xanaes, transforman a la Laguna Mar Chiquita en el lago cerrado sin desagüe más grande de la Argentina. A su vera, la ciudad de Miramar ha crecido atrayendo a numerosos turistas en torno a esta descomunal maravilla natural, que también regala sus beneficios a quienes sufren de afecciones reumáticas y dérmicas.
Con un entorno declarado Reserva Natural, el disfrute de las aguas curativas se puede complementar con un sinfín de propuestas: avistajes de aves, admirando al imponente flamenco rosado; campamentismo, para encontrarse cara a cara con las sorpresas de las postales autóctonas; deportes náuticos, que atrapan a los turistas amantes del movimiento; historias y leyendas en torno al antiguo Hotel Viena; días de playa; y las delicias de la gastronomía regional aseguran unas entretenidas vacaciones.
Para llegar a la Laguna Mar Chiquita desde Córdoba Capital el visitante deberá tomar la Ruta Provincial Nº 10 y luego la Ruta Provincial Nº 17, recorriendo aproximadamente 200 kilómetros.