La fuerte religiosidad del Pueblo riojano se materializa aquí con un Pesebre de grandes dimensiones, honrando su título de “Capital Nacional del Pesebre” y el monumento al Niño Dios vestido de Alcalde, parada obligada de los promesantes que todos los años el segundo domingo de Agosto llevan la imagen de San Francisco a “Las Padercitas” caminando desde el centro de la ciudad.