Su paisaje quebradeño, obra de un clima seco y una consecuentemente escasa vegetación, es uno de los más elegidos como destino turístico por quienes se lanzan a conocer el noroeste argentino.
Esta celebración se diferencia de las del resto del país porque en la zona es una combinación de rituales indígenas vinculados a la Pachamama y costumbres traídas a estas tierras por los europeos.
Es uno de los poblados prehispánicos más importantes de la Quebrada de Humahuaca, este Pucará (en quechua significa lugar fortificado) sorprende con la complejidad de sus estructuras y su estudiada ubicación.
Los tejidos son sin duda uno de los tesoros más buscados por los turistas: con una combinación de tonalidades que remite al relieve norteño, se pueden encontrar mantas; ponchos y más.
Esta pequeña aldea jujeña goza de la protección de una de las mayores bellezas naturales, el Cerro de los Siete Colores, que la observa desde lo alto atrayendo visitantes durante todo el año.